22 agosto, 2010


La ola de fenómenos extremos reaviva el debate sobre el calentamiento global

Las catástrofes y el dato de que el 2010 es el año más caluroso desde 1830, alertan sobre la urgencia de luchar contra el calentamiento global.
 
Los 20 millones de afectados por las inundaciones en Pakistán parecen estar solos, pero sólo en la dificultad para que les llegue la ayuda. El estrago de las lluvias monzónicas en ese país no es un fenómeno aislado en el mundo. Casi en simultáneo hubo una ola de calor récord en Europa, sequías que trajeron incendios en Rusia, lluvias que causaron aludes en China y un gran iceberg de la capa helada de Groenlandia se desprendió por las altas temperaturas. La lista del popular “el clima está loco” sigue y sería parte del anecdotario si no se inscribiera en lo que los especialistas detectan como una “ola de fenómenos extremos” que reavivó el debate sobre el calentamiento global y, con él, la urgente necesidad de enfriar la temperatura del planeta.
 
“Los extremos climáticos han existido siempre, pero todos los acontecimientos citados superan en intensidad, duración o extensión geográfica, a los mayores eventos históricos anteriores”, se lee en el alerta lanzado la semana pasada por la La Organización Meteorológica Mundial, que coordina la recopilación de datos climáticos globales para la investigación científica a largo plazo. “La aparición de todos estos acontecimientos”, señalan desde esa institución, se pueden vincular con los pronósticos que se hicieron sobre las consecuencias del cambio climático en el pasado.
 
“Es probable que estos hechos se vinculen con el calentamiento global. Son sucesos importantes que están fuera de lo normal, pero todavía no se puede establecer una relación directa”, advierte a Clarín Vicente Barros, experto en climatología y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el grupo de científicos que se ocupa de analizar la información científica, técnica y socioeconómica relevante para la comprensión de los elementos científicos relativos al cambio climático causados por el hombre y sus consecuencias.

El calentamiento global es un fenómeno que reflejan los termómetros. Fue así desde la Revolución Industrial, cuando el hombre a fines del siglo XVIII comenzó a producir en escala y a bombardear enormes cantidades de dióxido de carbono y otros gases a la atmósfera. El resultado fue que la temperatura de la Tierra se elevó en promedio 1,4 grados, debido a que esos gases en la atmósfera hacen que el calor quede atrapado.
 
Desde abril de 2009 al mismo mes de este año, agrega Barros, la temperatura media del planeta fue la más calurosa de los últimos 130 años, fue en 1830 cuando se la empezó a medir. El Centro Nacional de Datos Climáticos de la Agencia Atmosférica y Oceánica de EE. UU. –que analiza mensualmente la temperatura global en el planeta– también da cuenta de este fenómeno. La temperatura media global de la Tierra fue de 13,3° centígrados entre enero y abril, lo que supone un aumento de 0,69° sobre la media del siglo XX. El dato da frío si se tiene en cuenta que 17 países batieron sus récords de temperaturas cálidas en lo que van del año.
 
“Aunque en Argentina se viva un invierno bastante frío, lo cierto es que, en promedio, la temperatura aumentó”, confirma a Clarín Juan Carlos Villalonga, director de Campañas de Greenpeace.
 
Tanto esa ONG ambientalista como voceros del mundo científico advierten que este incremento de la temperatura es un alerta para los gobiernos, que deben comprometerse a reducir la emisión de gases de efecto invernadero de forma urgente. La gran fecha, después de los fracasos de la Cumbre de Copenhague de 2009 debido a la negativa de las grandes potencias a reducir los gases que provocan sus industrias, es diciembre de 2010 en Cancún. En México, se realizará la nueva Cumbre del Clima.
 
Los objetivos planteados por los tratados ambientales –dentro de las Naciones Unidas– determinan que para que el planeta pueda bajar la temperatura promedio, los países industrializados deben reducir la emisión de gases de efecto invernadero en un 40% para el 2020 con respecto a su nivel del año 2000. Para el 2050, la meta mundial es bajar al 50%.

“Esta curva de descenso fenomenal –explica Villalonga– significa el abandono del uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) por los de tecnologías sanas como el viento o el sol”. Un cambio que también significaría una redistribución del poder hacia un modelo más democrático: el aire o la luz solar está al alcance de todos, no como el petróleo.
 
“Los estudios indican que el mundo está preparado tecnológicamente para este cambio y que su costo económico sería menor al que provocarán las consecuencias del cambio climático”, insiste Villalonga. Pero para lograrlo hace falta una decisión política ¿Serán necesarios más desastres naturales para que las potencias den el “sí” a la reducción de gases?

info www.clarin.com.ar

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